Crítica
Película de terror estudiantil, Rites of passage,
en referencia a un ritual en el que tradicionalmente el niño se
convierte en hombre, nos cuenta la historia de un grupo de jóvenes
irresponsables y despreocupados que se trasladan a una enorme propiedad
al lado de la playa para celebrar un ritual de los indios americanos en
el marco de un trabajo antropológico de clase para el instituto.
Lo que los estudiantes ignoran es que la
finca estarán a merced del perturbado hermano de uno de ellos, un niño
rico fanático de los indios Chumash y sus drogas alucinógenas, las
cuales, junto con sus tendencias psicópatas, le llevan a pasar las
noches recorriendo la ciudad completamente colocado en busca y captura
de una joven víctima de origen indio que pueda ejercer de prometida
forzada para acompañarle en un ritual siniestro que les llevará a los
dos más allá de este mundo. Por si esto fuera poco, la finca esta
habitada también por el loco Delgado, un adicto al crack que fabrica su
propia droga en el sucio cobertizo donde vive, entre los invernaderos
abandonados de la propia finca. Este personaje sufre fuertes y graciosos
delirios tras la muerte de su familia en un trágico accidente de
tráfico causado casualmente por una de las jóvenes del grupo asistente a
la celebración del ritual. La verdad es que cada uno de estos dos
estrafalarios personajes ya daría para acaparar por sí solos el rol de
malvado en el filme, con lo que la suma de los dos se hace deslavazada y
ligeramente confusa. El filme se va dispersando progresivamente para
cubrir los quizás demasiados frentes simultáneos del guión, que nos
muestra de forma paralela el cruel destino de varios miembros del grupo,
aún así, la historia mantiene su coherencia, que no el interés, para
terminar simplemente con dignidad.